- 3 noviembre, 2014
- Posted by: Equipo tatum
- Categoría: Blog
Si antes hablábamos de un concepto cada vez más en boga, como es la Inteligencia Económica, es hora de poner sobre la mesa lo que tal término implica dentro de la empresa.
Porque si hablamos de Inteligencia Económica, estamos hablando al mismo tiempo de Inteligencia Competitiva, que, a su vez, forma parte, junto con la Inteligencia de Negocio, de la Inteligencia Empresarial… Y, entre tanta Inteligencia, no podemos olvidar a la “madre” de todas ellas, la Inteligencia de Mercados.
Al fin y al cabo, estamos hablando de vocablos, utilizados en mayor o menor medida según lo requieran las circunstancias, las modas, pero que, al final, no distan mucho unos de otros. De hecho, se hallan interconectados entre sí para configurar lo que sería la estrategia analítica de la empresa para funcionar de manera efectiva y eficiente dentro del mercado.
A modo de esquema, y para que sirva de aclaración, cuando hablamos de Inteligencia de Mercados estamos hablando de una tabla con tres patas que conforma la mesa donde se sustenta la estrategia de las organizaciones: la Inteligencia Competitiva/Económica, la Inteligencia de Negocio y la Investigación de Mercado.
Mientras que las dos primeras se agrupan en la Inteligencia Empresarial, donde se aúna la investigación e información interna de la propia empresa con la información externa sobre la competencia y el entorno, la Investigación de Mercado se centra en el cliente.
Sin embargo, esto es solo una de las muchas clasificaciones con alguno de los muchos nombres que actualmente podemos encontrar cuando hablamos de análisis de datos, de tendencias de mercado o de elaboración de información en las compañías. Pronto, estos conceptos quedarán obsoletos.
Lo que sí que es inmutable, al margen del nombre que queramos darle, es la necesidad de capturar información de tres ámbitos muy específicos y que se hace vital para alcanzar el éxito y formular un plan de negocio: la empresa, la competencia y el cliente.
Aunque no parece nada nuevo, muchas empresas olvidan que la clave del éxito está en el conocimiento del mercado, y que ese conocimiento solo puede llevarse a cabo a través de una estrategia formulada sobre esos tres pilares:
- Para que una estrategia lleve al éxito debe, en primer lugar, tener una diversidad de ángulos desde los que abordar el objetivo. En el caso de una organización, son esos tres pilares que hablábamos, tres puntos de vista desde los que analizar el entorno, los que nos darán la información necesaria.
- En segundo lugar, debemos hacer referencia al “cómo”, es decir, a la manera en que tenemos que formular nuestro plan. Es importante tomarlo como un proceso creativo, tratar de encontrar nuevas maneras de hacer las mismas cosas que se hacían antes, pero enfocados en generar un valor añadido y diferencial en un mundo en continuo cambio.
Hay que innovar y transformar, y no anclarse en una fórmula “que siempre ha dado buenos resultados” o “que así ya nos va bien”. El mercado evoluciona sin pausa, y la esencia de la estrategia es adelantarse a su evolución para no quedarse atrás. Una empresa que no tiende a la mejora constante está abocada a la extinción.
- Y, en tercer lugar (aunque podríamos extender la lista), para que nuestra planificación sea exitosa es fundamental…confiar en ella. Quizás resulta innecesaria esta aclaración, pero no han sido pocas las empresas que se han ido a pique por confiar más en la intuición que en los números.
Si bien no nos cansamos de escuchar aquello de “tiene un instinto innato para los negocios” o de leer que personalidades como Ford o Donald Trump triunfaron gracias a él, prefiero hacer gala de las palabras de Mike Germano, co-creador de una de las mayores agencias de publicidad del mundo (CarrotCreative) quien, aun promoviendo que confíes en tu instinto a la hora de emprender, no duda en afirmar que “no nacemos con instinto para los negocios, sino que es una habilidad que aprendemos en el tiempo. Cuando un tema te atrae, tu mente fácilmente absorbe todo el conocimiento relacionado con él. Así, tus instintos se convierten en decisiones informadas fáciles de tomar”. Es decir, que los instintos son el resultado de un conocimiento profundo del sector, y que esa conexión “sólo se logra manchándote las manos y conociendo todos los aspectos de tu negocio”.
Y para alcanzar ese conocimiento, confía en los datos que te proporciona tu investigación. Hay que ser muy experto para conseguir convertir un dato en información efectiva pero, una vez conseguido, tienes en tus manos algo valiosísimo que, bien utilizado, te puede llevar indiscutiblemente al éxito.
Volviendo al inicio, a la Inteligencia Económica y su implementación en la empresa, terminemos recalcando su importancia, sí, dentro de la estrategia empresarial de una compañía, pero que no puede ser entendida en su plenitud por sí sola. Es decir, si hablamos de estrategia, debemos entender estos “inteligentes” conceptos como un todo, una práctica indivisible que puede denominarse por separado pero que no funciona si no es en conjunto.