Creo rotundamente, que si un equipo quiere conseguir resultados debe inculcar a sus miembros un espíritu competitivo, y en el momento económico actual mucho más especialmente. Porque todo lo competitivo lleva a reacciones positivas y hace que la persona encuentre un motivo de superación y satisfacción personal, lo que tiende a producir una mayor atención y estímulo en el trabajo.
La persona competitiva denota el interés en hacerlo mejor que el otro. Si queremos ser competitivos para obtener buenos resultados y ganar debemos ayudar a nuestra gente a desarrollar su creatividad, intuición, inspiración, espontaneidad, además de desarrollar su personalidad, que sean ellos mismos. Pero sobre todo hay que conseguir para ser competitivos el que asuman responsabilidades, y ellos nos llevara a que transmitan una gran seguridad y confianza dentro del grupo de trabajo, haciéndonos mentalmente fuerte, además de conseguir que se tenga un compromiso con el equipo. Esta es la base para lograr esos objetivos que a veces nos parece imposible.
Os voy a poner el ejemplo de dos deportistas, a los que he tenido la oportunidad y el orgullo de entrenar, para que veáis las diferencias que provoca la competitividad en un jugador y su impacto en el equipo. Dos jugadores con grandes diferencias técnicas e inclusive de fama, pero donde ambos pusieron a disposición del equipo todo lo que hemos expuesto anteriormente, SU
COMPETITIVIDAD, para bien del resultado final.
La Selección que yo entrenaba en el
Eurobasket de Francia se tuvo que enfrentar a la temible Lituania en cuartos de final. En ella jugaba
Arvydas Sabonis 220 centímetros uno de los mejores pivots de todos los tiempos. Por nuestra parte, pensamos que la única baza que teníamos para defenderle era
Iñaki de Miguel, un pivot de apenas 2,05, pero rápido y muy correoso.
De Miguel, contra todo pronóstico hizo un gran partido y consiguió descentrar y secar a Sabonis que sólo fue capaz de anotar 2 puntos. Cómo sería la desesperación de
Arvydas que cada vez que pasaba al lado de nuestro banquillo me decía “¡¡¡Lolo, quítame de encima a este #@%&€!!!”.En uno de los partidos más memorables de los 80 el Real Madrid de
Petrovicy
Martín nos enfrentamos al Snaidero Caserta de Oscar Schmidt Becerra en la final de la Recopa de 1989. Becerra nos hizo un roto anotando la friolera de 44 puntos, y como
Fernando Martín tenía una mano lesionada, en uno de los tiempos muertos del principio de la segunda parte le dije a
Drazen Petrovicque nuestra única baza es que tomara las riendas del partido en su faceta anotadora. Y su reacción fue ¡anotar 62 puntos! gracias a los cuales ganamos el partido,…bueno, gracias también a la defesa implacable que hicimos sobre el equipo italiano.
¿Veis la diferencia entre la actitud de Petrovic o De Miguel y la de Sabonis? ¿Veis los resultados que se consiguen con gente competitiva, independientemente de su talento? La competitividad hace que nuestras personas se crezcan ante las dificultades, que no se rindan, que se levanten cada vez que se caigan, que busquen soluciones, que consigan ventas donde otros no lo logran… Tenemos que inculcar competitividad en nuestros equipos, tenemos que apostar por objetivos exigentes pero alcanzables, no caer en la autocomplacencias y promover la autocrítica que nos permita seguir mejorando cada día.
Aquí dejo mi reflexión y le pido a mis compañeros de blog expertos en la empresa Paco, Ricky, Eugenio… que nos digan como poder hacerlo.